Año nuevo. Viejos propósitos. Dejar de fumar, hacer
más ejercicio, insistir con nuestro inglés... Yes, we can. Claro que podemos
pero, ¿qué tienen que ver los propósitos de año nuevo con la filosofía?
Siglos
de oscurantismo religioso barrieron de Occidente cualquier libro que no tratara
sobre almas y dioses. Fue barrido – literalmente hablando – todo texto que no
tratara sobre “las verdades de la fe”. Pero dioses y almas no eran los temas que
seducían a muchos filósofos griegos y romanos a los que los escolásticos
medievales marginaron con toda su “mala fe”. La gran pregunta de la filosofía
clásica era cómo vivir nuestra vida de la mejor forma posible. Creo que ésa es
la pregunta a la que intentamos responder cada vez que – al inicio de un nuevo
año – nos replanteamos nuestras vidas.
Mi 2012 empezó en Lisboa. Tenemos la tradición
familiar de que la primera semana del año sea también nuestra semana de
vacaciones viajeras. En realidad se trata de una tradición que iniciamos en
enero de 2011, pero pienso que, para que una tradición sea buena, no tiene por
qué ser antigua: sólo tiene que ser agradable de seguir. Y a mi mujer, a mis hijos y a mí nos está
gustando eso de viajar juntos en enero en lugar de en verano.
Estábamos
en la parte de arriba, la sin techo – qué tiempo tan magnífico nos regaló
Portugal – de un autobús amarillo (un Yellow Bus para todos aquellos
que aún no hayan desistido en el empeño de dominar «la lengua de Mr. Bean». Cierto:
lo habitual es referirse al inglés como «la lengua de Shakespeare». Pero, qué
quieren que les diga, aunque no quede tan distinguido citarle a él, Mr. Bean me
parece genial, igualmente).
Al llegar a una plaza llamada Rossio, la
voz enlatada de la audioguía nos contó que, desde siempre, esa plaza había sido
el corazón de la ciudad. Que allí era donde, por ejemplo, se celebraban los
autos de fe. La pregunta infantil no se hizo esperar. «¿Qué es un auto de fe?».
Fue
mi mujer la que les explicó en qué consistía un auto de fe. Admiro la facilidad
que tiene para contarles cosas de forma sencilla y breve. Recuerdo que,
mientras la escuchaba, me dio por pensar que, en mi caso, para responder a las dudas de mis hijos, escribo libros enteros. ¡Qué bruto!
Me dio por pensar más cosas, mientras paseábamos por
Rossio. Me dio por pensar que teníamos mucha suerte de que el humo que llegaba
fuera el que salía de la estufa de una señora que vendía castañas y no el de
una hoguera de esas que antes se encendían todos los domingos, allí mismo, para
quemar gentes. Mis hijos se quedaron tranquilos creyendo que quemar vivas a
personas en nombre de creencias infundadas era una cosa del pasado. Preferí no
hablarles sobre lo que el olor a castañas me había traído a la memoria. Preferí
no hablarles sobre la noticia que, unos días antes, me había provocado una
mezcla de miedo, ira, desazón, escalofríos... Preferí no hablarles sobre la zozobra
que siento cuando contemplo cómo los integrismos religiosos, a otros niños que
no tienen nuestra misma suerte, les siguen impidiendo filosofar, es decir, les
siguen impidiendo aprender a vivir su vida de la mejor forma posible y, en
lugar de ello, les siguen enseñando sandeces y barbaridades.
Les
adjunto el enlace a la noticia en cuestión: http://www.dailymail.co.uk/news/article-2077658/The-Arabic-textbooks-children-chop-hands-feet-Sharia-law.html
(Sí: está en inglés. ¡También es uno de
mis propósitos de año nuevo!).
Sandeces y barbaridades, decíamos. Juzguen ustedes
mismos: los adolescentes de Arabia Saudí tienen que estudiar – en unos libros
de texto financiados por el gobierno saudí – cosas como que los judíos y los
homosexuales deben ser exterminados. O como que todas las mujeres son débiles e
irresponsables. O como cuál es la mejor forma de amputar manos y pies a los
ladrones de acuerdo con la ley de la Sharia.
Las
fotos del libro estremecen, sin necesidad de sangre. Nunca hubiese creído que
la simple visión de un pie y una mano me iba a provocar tanta pesadumbre. Pero
claro, tampoco nunca antes había visto un pie y una mano acompañados de unas
flechas – las típicas de los libros de texto – indicando los mejores puntos por
los que amputar pies y manos a los raterillos.
El recuerdo de ese libro de texto, a su vez, me hizo
acordarme – mientras seguíamos nuestro paseo por Lisboa – de otra foto: la del
nuevo presidente del gobierno español jurando su cargo al calor de un crucifijo
bien grande. Y esa foto me llevó a reflexionar sobre el argumento que he leído
y escuchado mucho para justificar – incluso entre personas no religiosas – la
presencia tan visible, tan intencionada, de símbolos religiosos en actos no
religiosos de un estado aconfesional. El “argumento” vendría a ser el
siguiente: «mejor que jure sobre la Biblia que sobre el Corán».
Ese “razonamiento”
es una falacia filosófica. Sería como pedirle a una mujer maltratada que
siguiera con su compañero porque éste le pega con la mano abierta y sólo de vez
en cuando, siendo que otro podría hacerlo con el puño cerrado cada día
(virgencita, virgencita, que me quede como estoy). No, no y no. No hay por qué
soportar barbaridades por el miedo a otras peores.
No hace tanto tiempo que el cristianismo
defendía salvajadas similares a las que actualmente defienden los extremismos
islamistas (no sé en Portugal, pero en España el último auto de fe público tuvo
lugar en 1826, en Valencia). Y si ya no se encienden hogueras, no es gracias a
la bondad de esa religión en particular, sino gracias a que muchas personas se
esforzaron por desprenderse de la tiranía de las creencias infundadas y
lucharon por poseer conocimientos científicamente adquiridos. Se esforzaron,
por ejemplo, por estudiar anatomía en cadáveres (en contra de la prohibición de
los dogmas religiosos) para saber cómo amputar. Amputar para salvar vidas, no
para mutilar las vidas de los que no quieren creer en nuestras mismas
fantasías.
Por eso, aún siendo consciente de que la
principal preocupación de la gente es el desempleo y no sobre qué juran su
cargo los políticos, a mí me produce tanto resquemor que el nuevo ministro del
interior de mi país – legalmente aconfesional, afortunadamente – diga que
«tiene la íntima convicción de que Dios está muy presente en el Congreso. Las
Cortes son el órgano legislativo del Estado y Dios, el gran legislador del
universo». ¿Por qué me produce tanto resquemor? Pues porque tengo que confiar
en que su dios no le susurre al oído recortes – amputaciones – distintos de los
económicos.
¿Por
dónde amputar? Pues, de ser necesario, por donde digan los médicos. Y en cuanto
a lo que digan devotos religiosos y líderes políticos – de cualquier credo –
por ningún sitio. Pero menos que ninguno, por el cerebro.
Ese es el principal propósito de mi año
nuevo: rebelarme, en la medida de mis pequeñas posibilidades, contra todo aquel
que quiera mutilar – manos o pies, clítoris o ideas – a cualquier persona, viva
lejos o cerca de mí.
Todos los comentarios serán bienvenidos.
ResponderEliminarParece mentira que en un país rico, en pleno siglo XXI persistan ese tipo de leyes salvajes y con el nivel de información global asequible a la que de una u otra forma casi todo el mundo puede acceder. De todas formas, detrás de todas éstas historietas de dioses y fantasías, se esconden las más retorcidas técnicas de chantaje e intimidación. Perder un arma tan poderosa como la dominación de las conciencias, haría tambalearse el gran negocio de los mafiosos que trafican con las supuestas almas de los demás.
ResponderEliminarSe me hace duro admitir que éste tipo de organizaciones mafiosas no solo se permitan sino que se financien con dinero público en países supuestamente democráticos y avanzados como el nuestro, pero así es.
Hasta cuando?
Gracias por tu blog. Un abrazo. J.A.
Es triste ver como en nombre de Dios se cometen las mayores atrocidades de la historia. Sí ,se cometen, porque se siguen cometiendo. Sin contar las ya cometidas. No voy a mentir que tengo todavía la esperanza de que hay algo más allá, algo desconocido , que nuestros seres queridos que nos dejaron nos esperan ,aunque se que nunca murieron porque el recuerdo y el cariño es lo que les hace inmortales. Pero al menos la ciencia , la cultura y el vivir libremente me ha hecho reflexionar y ni creer en nadie ni nada en cuyo nombre se tortura, se mata, se exclaviza , o simplemente intente poner límite a la felicidad de las personas .
ResponderEliminarMuy interesante el tema y me parece muy acertado la forma de tratarlo y de introducirnos el tema. Daría para años de debate.
En esos tiempos de oscurantismo de los q hablas la cultura también se almacenaba en abadías y monasterios. Gracias a ellos podemos hoy conocer la cultura clásica, incluso la árabe y judía. Quizá no fueran tan intransigentes, nada les hubiera impedido barrer esos escritos. Religiosos que conservaron y reprodujeron el legado de otra gentes con las que no compartían las mismas creencias. Gracias a ellos tengo en mi casa las palabras de Aristóteles o de Maimónides. Benedictinos y cistercienses han puesto en tus manos argumentos para cimentar tu ateísmo.
ResponderEliminarPaco, gracias por tu comentario que nos ofrece otra perspectiva.
ResponderEliminarCuando hablo de barrer escritos, no me refiero a los de Aristóteles, Platón o Maimónides... ¡Claro que las ideas de esos filósofos nos han llegado a través de monjes! Pero porque hablan, sobre todo, de almas y dioses.
Cuando digo "barrer", estoy pensando en Leucipo, Demócrito, Epicuro, Anaxarco, Arístipo de Cirene... en tantos filósofos que, por ser considerados, materialistas, atomistas, hedonistas, ateos... fueron tratados como merecedores del olvido y de ser barridos.
Y como digo en el post, lo de ser barridos es literal. El propio Platón pensaba que había que hacerle el vacío a Demócrito como forma de que sus ideas atomistas, tan cercanas a lo que la ciencia nos demuestra hoy como verdadero, cayeran en el olvido.
Y los escoláticos medievales le hicieron caso a su querido Platón. No es casualidad que sólo nos hayan quedado unos pocos textos de los materialistas de la antigüedad griega y romana. No hubo piedad para los vencidos en esa batalla intelectual entre el ateísmo y el teísmo: algunos escolásticos buscaron desacreditar y caricaturizar (como cuando asocian todo lo que suene a Epicuro con los cerdos), pero los más inteligentes simplemente intentaron que los vencidos cayeran en el olvido.
Tú dices que la cultura se almacenó en abadías y monasterios. No: lo que las abadías y monasterios almacenaron fue, casi en exclusiva (habrá excepciones que yo no conozca, por supuesto), la cultura y las ideas de aquellos con una visión teísta (aunque fueran de otras religiones) del mundo y de sus criaturas.
Gracias otra vez por darnos tu opinión.
Menudo pájaro el de Cirene...Paquirrín, Borja Thyssen y Chabeli Iglesias son obreros del metal al lado de Aristipo.
ResponderEliminarUna sonrisa hedonista no viene mal.
Como Agnóstico, evito el perder el tiempo, tratando de sacar de su oscurantismo, a personas que ya son un caso perdido, porque su fanatismo esta fuera de alcance de la razón, en ocasiones procuro hacer comentarios cortos y equilibrados sobre el comportamiento, que muchos jerarcas de los distintos cultos practican, el cual veo como un maquiavelismo religioso, porque impone sus valores siempre en nombre de “dios”, un buen agnóstica no se desgasta, odiando a las personas que cree en supuestas divinidades, porque al no tener acceso a esa interacción, quedamos en un limbo en donde concluimos, que los dioses son inalcanzables para los humanos, y por eso no podemos aceptar como cierto su coexistencia, pero por la misma razón tampoco podemos negar su presencia, ya que por qué no nos consta la verdad física, esto no implica que de manera categórica se pueda asegurar que no es posible su verdad material. Lo que si no permito es que me quieran hablar de sus fantasías religiosas, ahí de inmediato les solicito de manera respetuosa que no me interesa el tema, y me desplazo poniendo fin a la conversación.
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