A
mi sobrino Andrés, sin embargo, no.
Aún recuerdo su cara cuando, hace algún tiempo, le
comenté que le estaba yo cogiendo gusto a leer libros de filosofía y sobre
filósofos. Me alarmó ese gesto indefinible que puso. Si le hubiera dicho que me
gustaba leer sobre las costumbres de apareamiento del lagarto volador o del
mono de nariz larga, simplemente se habría reído de mí y seguramente habría
acabado pensando que sobre gustos no hay colores. O qué cosas lee la
gente. O que los tíos somos todos iguales, no importa la edad, siempre pensando
en apareamientos, aunque sean exóticos y de terceros. Pero lo preocupante fue
que no se rió.
Tardó unos segundos en decir algo – para cambiar de
tema. Lo que me inquietó fue su mirada durante esos instantes de silencio.
«Está como una puta chota, loco de atar», venían a decir sus ojos, tras haber
decidido, con su inspección visual, que estaba yo hablando en serio.
«Bueno...
¿y bien?», puede que se estén ustedes preguntando. «Un chaval normal, sano. Lo
extraño sería que le apasionara leer a Platón o a Santo Tomás de Aquino. Ahí sí
que me negaría a tomarme una copa con él. Bicho raro, el tío. Leer filosofía.
De ahí al asesinato ritual sólo hay un paso...» No sería de extrañar que
pensaran ustedes algo parecido. Al igual que le ocurrió a mi sobrino, muchos de
nosotros quedamos negativamente marcados por las clases de filosofía del
colegio.
Buscando en el desván de los recuerdos he conseguido
encontrar mi manual de filosofía del C.O.U. (No voy a hablarles de la enorme
melancolía que me ha producido releer los típicos mensajes de adolescentes
escritos en cualquier rincón del libro por compañeros a los que ya ni siquiera
recordaba, ni del intenso aroma a viejo, ni del amarillo de las hojas... Lo
dejamos para otra ocasión).
No es de extrañar, les decía, que la palabra filosofía siga
sobrecogiendo de espanto a tanta gente con tan sólo escucharla... ¡Qué tostón
de autores, la mayoría de los que suelen elegirse para los programas! ¡Qué
vocabulario tan elitista, tan concienzudamente rebuscado y difícil!
Permítanme copiar aquí una frase de Hegel, uno
sólo de los cientos de ejemplos que habría podido encontrar de frases oscuras y
de significado casi imposible de desentrañar: «La historia universal representa
el conjunto de las fases por las que pasa la evolución del principio, cuyo
contenido es la conciencia de la libertad». Tengo que reconocerles que Hegel me
parece especialmente aburrido e incomprensible, pero les pido que me crean si
les digo que no he ido buscando a Hegel en el manual: en la primera página que
he abierto al azar me ha saltado a la vista esa frase y luego me he dado cuenta
de que era suya. «¡Cómo no! ¡Tenía que ser él», he pensado.
El resto de
los textos escogidos para aquel curso escolar 87-88 son de ese mismo estilo:
duro, duro.
La lástima – o lo que a mí me parece una lástima, mejor dicho – es que, tras el
tormento de aquellas clases, a la mayoría de la gente, como le ocurre a mi
sobrino, jamás se le ocurriría volver ni siquiera a tocar un libro de
filosofía. «¡Qué cantidad infinita de cosas mejores por hacer se me ocurren!»,
puede que estén ustedes pensando. (Quizá aparearse, sin ir más lejos).
Es una pena, a mi modo de ver, que tantas personas a las que les gusta leer
otro tipo de libros no puedan disfrutar – por culpa de esa marca de juventud
que dejó la palabra filosofía en nuestros cerebros – de los escritos o de las
biografías de Bertrand Russell, de Epicuro, de Marco Aurelio, de William James,
de Benedetto Croce, de Jacques Derrida, de Schopenhauer, de Michel Foucault, de
Séneca, de La Rochefoucauld, de Pierre Gassendi... y de tantos otros autores
que, en su mayoría, si llegan a aparecer en los manuales, es sólo de pasada.
Leer y meditar sobre ciertas reflexiones de algunos de estos pensadores puede
llegar a tener sobre nosotros el mismo efecto sedante que un buen rato de
ejercicio, o que una cena con unos amigos o que cualquier otra actividad
placentera que se nos ocurra (no volveré a hablar de apareamientos, palabrita, pero no he podido
evitar volver a pensar en ello cuando he escrito eso de «actividad placentera»).
Permítanme sólo un ejemplo de entre las miles de “píldoras de sabiduría” en
forma de pequeños pensamientos que tantas personas nos dejaron a todos los que,
cientos o miles de años después, creemos, cándidamente, que nos enfrentamos a
problemas nuevos, propios de la modernidad.
La píldora es de Blaise Pascal. Aunque escribió estas palabras sobre la virtud
del término medio hace casi cuatrocientos años, me parecen de plena actualidad
siendo como es que los extremismos nacionalistas, religiosos y de todo tipo
siguen tan vivos en el mundo: «Nuestros sentidos no perciben los extremos:
demasiado ruido ensordece, demasiado poco y no oímos; demasiada luz nos
deslumbra, demasiado poca y estamos como ciegos; de demasiado lejos no vemos,
de demasiado cerca tampoco; no sentimos ni lo extremadamente caliente ni lo
extremadamente frío; demasiados favores irritan (no sabemos cómo pagar la
deuda). Los extremos se nos escapan. Y nosotros deberíamos escapar de ellos».
Mi intención es que este sea el primero de una serie de artículos en los que
escribiré sobre todos esos filósofos de los que, ni a mi sobrino ni a mí, nos
hablaron en el colegio. La razón para hacerlo es muy sencilla: he disfrutado
tanto leyendo a algunos de ellos – los que ya he mencionado antes y alguno que
otro más – estos últimos años, que me apetece compartir ese placer con todo el
que quiera pasarse por aquí.
Bienvenidos a mí blog, a su blog. Espero sinceramente
que les guste. Y que disfrutemos mucho juntos.
Todos los comentarios serán bienvenidos.
ResponderEliminarClemente
Yo también me acuerdo de la cara que puse jejeje. Espero que con este libro le coja el gusto a la filosofia. Un beso
ResponderEliminarEspero ansioso la primera entrega.
ResponderEliminarMe ha encantado la primera entrada de tu blog (del que desde hoy ya me considero seguidora)
ResponderEliminarYo también espero tu siguiente entrega y como no, tu libro!!!
Enhorabuena,esto me gusta y promete.Iremos compartiendo esos gustos con tu agilidad y ese punto socarrón y divertido que le das.
ResponderEliminarY además aprenderemos cosas interesantes,bravo por el blog ,aquí tienes otro fan.
Te animo a que sigas, enhorabuena.
ResponderEliminarMe encanta la idea y voy a seguir de cerca los próximos posts filosóficos. Me han entrado ganas de rescatar mis apuntes, también :) Felicidades.
ResponderEliminarEnhorabuena, sino fuera porque mides mas de 1.90 diria que eres el Pitufo Filósofo, estamos alucinados con tu talante, me comprometo a hacerte el retrato de autor de tu próximo libro, saludos y animo.
ResponderEliminarApúntate otro seguidor, un abrazo y enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog y por mostrarnos otra filosofía de esta forma tan agradable. Va a ser muy interesante seguirlo. Muchas gracias!!
ResponderEliminarMujer del siglo XXI y, como la mayoría, madre y trabajadora a tiempo completo.
ResponderEliminarA día de hoy o vives en el pragmatismo o mueres (queda poco espacio para la filosofía) por lo que te agradezco profundamente este alto en el camino.
Aquí tienes otra seguidora.
Hola, Eva: Bienvenida a esta humilde posada en el camino. Un abrazo,
ResponderEliminarSeguir tus amenas reflexiones será como hacer un estiramiento mental tras el stress por exceso de trabajo. Aunque mi profesión es de ciencias, siempre me han apasionado estos temas. Gracias y apuntate otro seguidor. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé Antonio Fuentes Najas
Gracias a tí, José Antonio. Me alegra enormemente que estos artículos supongan para ti estiramientos mentales agradables. Tus palabras me animan a seguir. Un abrazo,
ResponderEliminarFelicidades, es un blog muy interesante.
ResponderEliminarTe aseguro que lo compartiré y disfrutaré.
Además tratándose de ti, con toda seguridad que lo disfrutaremos aprendiendo y creciendo.
Un abrazo amigo clemente. TÚ SI QUE VALES!!!!
Buenos dias señores, quiero compartir con quien lea estas lineas,
ResponderEliminarmi gratitud hacia Clemente,pues siguiendo su BLOG estoy disfrutando mucho, tambien aprendiendo. Es enriquecedor todo lo que nos "regala" con sus escritos, nuestro querido amigo Clemente. Le anímo a que continúe por este camino que inició y que siga siendo tan gratamente generoso con sus artículos,y con
todo lo que nos comparte. GRACIAS CLEMENTE.
Ten amigo Clemente, la completa seguridad, de que acabas de conseguir un fiel seguidor de tus magníficas palabras.
ResponderEliminarPobre Hegel , no le cojais mania , el tipo es un aleman . Que les piden ? Su escrita es pesada y farragosa. Jajaja , sin meterme ya mas con los alemanes , tengo que aceptar que Hegel escribe muy mal y los puntos y a parte y demas puntuación que facilita la lectura son mal usados por el . Aun asi esa fase habla del desarrollo historico , de la dialectica . Si no comprendemos a Hegel , no podemos comprender a Marx y si no comprendemos a Marx como vamos a comprender el siglo XX ?
ResponderEliminarBueno , sin mas embrollos les dire que tengo la suerte de no haber dado nunca ( aun ) academicamente la filsofia , tengo 16 años y me gusta leer a estos autores de nombres impronumciables para muchos , en especial los autores marxistas ( como yo -,- ).
Salud !
Mario