martes, 28 de febrero de 2023

Psicología evolucionista: cómo la evolución influye en nuestro comportamiento 

 

Este artículo es un pequeño resumen de la charla a la que me invitó el canal de Youtube «Razón o fe» el domingo 26 de febrero de 2023 y que puede verse en este enlace: youtu.be/kOMMmTYSj_c

 

Aclaraciones genéricas sobre la evolución antes de pasar a hablar sobre la PsicoEvo propiamente dicha:

·       La evolución es un hecho, un fenómeno que requiere explicación, no una “teoría” en el sentido coloquial de la calle, en el que usamos esa palabra como sinónimo de hipótesis, incluso de ocurrencia. El fenómeno llamado «evolución por selección natural» se explica gracias a la Teoría Sintética Evolutiva. Es una teoría en el sentido científico: un marco teórico probado que incluye leyes como las de Mendel.

·       La evolución no es teleológica: no tiene ningún objetivo final, ningún propósito («telos»). Es un proceso ciego, sin ningún agente que la guíe.

·       Un proceso ciego que actúa como una segadora. Una segadora que elimina sin piedad del acervo genético las mutaciones contrarias a la supervivencia y al éxito reproductivo de un organismo y que mantiene las mutaciones que favorezcan la supervivencia de sus genes. La evolución es un proceso, además de ciego, sin corazón, completamente despiadado.

·       La evolución no implica determinismo genético: la perspectiva evolutiva subraya siempre la centralidad del entorno en cada etapa.

·       La evolución no es aleatoria. Lo único aleatorio en el proceso son las mutaciones que se producen, pero ni la selección posterior por el entorno de dichas mutaciones ni la consiguiente evolución lo son.

 

Pasamos ya al terreno de la Psicología Evolucionista.

¿Qué es la PsicoEvo? El estudio de los problemas adaptativos que sufrieron nuestros ancestros y de las soluciones (emociones, procesos cognitivos, rasgos de carácter, conductas) a esos problemas. Soluciones que evolucionaron por selección natural y que han llegado hasta nosotros.

La PsicoEvo analiza nuestra conducta a través de la lente de la evolución. Es una combinación de biología evolutiva humana y de psicología cognitiva. Y habla de poblaciones y tendencias generales, no de individuos o anécdotas.

La PsicoEvo entiende que existen unos rasgos de carácter y emociones universales (y compartidos con otros animales) que interactúan con la cultura para formar los caracteres particulares de cada individuo. Cualquier teoría o hipótesis sobre la conducta humana será incompleta si solo se apoya en la evolución, pero también si la ignora (algo que suele ser habitual).

Las emociones universales lo son porque, sin ellas, nuestros antepasados no habrían podido sobrevivir. Aquellos homínidos de hace millones de años que no sintieron (por ejemplo) asco al tocar o lamer orina, heces, ratas, cadáveres o cualquier otro vector de enfermedades no se reprodujeron. Es decir, que ellos no son nuestros ancestros, sino los que sí sintieron asco, sobrevivieron, se reprodujeron y nos transmitieron vía genética esa sensación de asco que todos conocemos y que es universal (se da en todas las culturas) y compartida con el resto de mamíferos. La PsicoEvo se pregunta por la función evolutiva de las sensaciones, emociones, conductas y rasgos de carácter.

La PsicoEvo se centra en las causas últimas (también llamadas «distales, de «distancia», «lejanía en el tiempo») de la conducta, a diferencia del resto de enfoques psicológicos que se focalizan en las causas próximas. ¿Causas próximas de jugar, de comer algo que nos gusta o de tener relaciones sexuales? Es placentero, nos sentimos bien, elevamos nuestros niveles de serotonina y dopamina. ¿Causas últimas, es decir, función evolutiva, de un comportamiento? Analizamos si ese comportamiento influye, y de qué manera, en nuestra supervivencia y en nuestro éxito reproductivo. Tanto el juego (una forma de aprendizaje), como nutrirnos, como las relaciones sexuales son indispensables para nuestra supervivencia y para nuestro éxito reproductivo. Pero ese análisis ha de hacerse sin olvidar nunca las causas próximas y la multicausalidad de la conducta. Los motivos de nuestras acciones suelen ser varios; y, en el caso de los motivos últimos, no solemos ser conscientes de ellos.

 

Hablemos ahora de una de las aportaciones más importantes de la PsicoEvo para la comprensión de la naturaleza humana: el concepto de desajuste evolutivo.

La evolución moldeó nuestros cerebros—y con ellos nuestras conductas, lógicamente— como hizo con el resto de nuestros cuerpos. Nuestros cerebros y conductas evolucionaron en respuesta a los entornos de nuestros antepasados. Pero esos entornos son radicalmente distintos a los actuales. Esta idea, la del desajuste evolutivo, puede ayudarnos a explicar buena parte de los problemas psicológicos y psiquiátricos actuales: nuestros cerebros evolucionaron para adaptarse a unos entornos que ya no existen.

 

Ejemplos de desajustes evolutivos:

·         Las consultas de psicología y psiquiatría están llenas de personas con fobias a las arañas, a las serpientes, a las ratas, a las tormentas. Aquellos sapiens de la Edad de Piedra que no experimentaran esos miedos tuvieron muchas menos posibilidades de sobrevivir y de tener descendencia, así que ellos no son nuestros ancestros. Sí lo son quienes sintieran esos miedos. En el siglo XXI, sería mucho más útil para su supervivencia que nuestros bebés tuvieran miedo a los enchufes y a las botellas de lejía, pero no ha habido tiempo, evolutivamente hablando, para ello. Los miedos de nuestros bebés (y de los adultos) son el reflejo de los miedos de nuestros antepasados.

·         En entornos prehistóricos era adaptativo (para evitarlos) estar informado de los detalles escabrosos de los asesinatos y accidentes ocurridos a la gente de nuestra tribu. Hoy, con los medios de comunicación, nuestra tribu es el mundo entero. Las noticias son una selección sesgada de las peores cosas ocurridas en el mundo en un día. Selección sesgada y elegida por los editores para tocar nuestros “botones ancestrales” y que consumamos sus noticieros. Pero ese consumo nos produce miedo, mal humor y una perspectiva distorsionada de la realidad del mundo, que es mucho mejor de lo que los canales de noticias 24h nos transmiten.

·         Preferencia por las comidas muy grasas y muy azucaradas, muy calóricas. Los humanos modernos hemos heredado esas preferencias de los sapiens prehistóricos y de los homínidos que les precedieron. El problema es que, para ellos, esas preferencias eran adaptativas. Para nosotros, occidentales del siglo XXI, con nuestros supermercados rebosantes de comida, no lo son.

·         Las consecuencias de tener sexo para las mujeres, en entornos ancestrales, eran enormes: embarazo, lactancia y crianza suponían muchos años. Para los machos de sapiens, la inversión mínima podía ser simplemente de diez minutos: el tiempo de fecundar a una hembra. Esa asimetría en los costes mínimos (medidos en términos de energía, de gasto calórico, de tiempo) era gigantesca. Así que la evolución favoreció que nuestras antepasadas fueran tremendamente más selectivas que los hombres. Los costes para ellas eran mucho mayores si tenían sexo indiscriminadamente con cualquiera. Elegían hombres que pudieran (y quisieran) ayudarles en la crianza de sus hijos, es decir, que fueran capaces de obtener recursos (con su inteligencia o habilidad) y que quisieran ponerlos a disposición de la prole común (deseo medido mediante indicios de compromiso). Pero también elegían por criterios como la fuerza física, para que sus parejas fueran capaces de defenderlas a ellas y a su progenie de los ataques de fieras y de otros sapiens. Hoy en día, gracias a los anticonceptivos, las mujeres ya no necesitarían elegir hombres para el sexo en función de esos criterios antediluvianos, pero nuestra psicología sexual evolucionó hace cientos de miles de años para adaptarse a los problemas y presiones de esas épocas.

En el siglo XXI, las mujeres, en promedio, siguen prefiriendo, por ejemplo, parejas con recursos. O con formación igual o superior a la suya. Que ellas mismas tengan recursos y formación de sobra no invalida esa preferencia ancestral. Los hombres actuales no muestran, en promedio, esa tendencia. Las mujeres que no sintieran esa preferencia por hombres altos, con capacidades atléticas, capaces de defender a su prole y de cazar, con inteligencia para obtener recursos, con estatus dentro de la tribu, con confianza en sí mismos… no son nuestras antepasadas. Lo que actualmente se conoce como «crisis del emparejamiento» puede explicarse, en parte, por esta asimetría en los costes reproductivos.

·         Las reacciones fisiológicas generadas por las situaciones de peligro mortal que vivían a diario nuestros antepasados eran completamente adaptativas. Quienes no sufrían aceleración del ritmo cardíaco y segregación de cortisol y adrenalina ante el ataque de fieras no son nuestros ancestros. Sí lo son quienes experimentaran el estrés propio de esas situaciones de lucha o huida. Bien, pues ese estrés es el mismo que sentimos hoy, aunque no sea necesario, afortunadamente, casi nunca. El entorno ha cambiado, pero reaccionamos fisiológicamente de la misma manera ante problemas que no son a vida o muerte, sino simplemente molestos, como un atasco o una discusión de tráfico.

·         El resto de animales también sufren los problemas derivados de desajustes evolutivos, por supuesto. Ejemplo: erizos muertos al cruzar carreteras porque, en lugar de acelerar, que sería lo adaptativo hoy, se detienen y se enroscan en sí mismos confiando en sus púas (conducta adaptativa hace millones de años, pero que no lo es en un mundo lleno de vehículos).

 

El concepto de «desajuste evolutivo» nos da una de las lecciones básicas de la PsicoEvo: las necesidades que cobraron forma hace miles de generaciones siguen sintiéndose como necesarias hoy en día, aunque ya no lo sean.

 

Que la biología evolutiva INFLUYA (que influya, no que determine en exclusiva la conducta sin tener en cuenta la cultura) en la conducta humana podría parecer a primera vista una afirmación poco polémica, pero ¡AY!, en absoluto. A muchas personas, la PsicoEvo les produce odio. No se trata de que estén en desacuerdo con sus postulados o conclusiones, no. La odian.

¿Quiénes y por qué le tienen tanto miedo a la PsicoEvo?

·         Si se entiende bien, se ve claramente que la evolución nos ha privado del alma. Y ese es un pensamiento que aterroriza no solo a creyentes devotos de cualquiera de las religiones tradicionales, sino a muchas personas que no se adhieren ya a ellas, pero que necesitan seguir creyendo en el alma. Necesitan creer que cada humano posee un alma (inmortal e inmutable) que no se ve afectada por los mismos mecanismos evolutivos (mutación, selección por el entorno, evolución) que los órganos de nuestro cuerpo, por lo que cualquier cosa que suene a evolución les pone el vello de punta.

·         Otras personas, aunque no crean en almas, no quieren que la PsicoEvo sea verdad. Sienten que la PsicoEvo puede decir cosas importantes sobre la naturaleza humana, pero son cosas que no les gustan. Se trata del pensamiento basado en deseos, tan humano: si algo me gusta, es cierto; si algo no me gusta, no es cierto. Un mecanismo inconsciente de defensa contra cualquier idea incómoda sobre nosotros mismos.

·         Y al animal humano en general aún le resulta terriblemente difícil aceptar su naturaleza biológica. Hemos pasado de considerarnos las criaturas más especiales de la creación de un dios a unas criaturas especiales creadas por la cultura (lo cual es parcialmente cierto) y caemos en el error de obviar nuestra naturaleza biológica. A muchos les gusta creer que los humanos nacimos con cerebros que son páginas en blanco, tablas rasas, moldeadas exclusivamente por la educación, el aprendizaje, la sociedad, la familia, la cultura... cerebros en los que la biología y la evolución tienen poco o nada que decir. Les gusta creer eso porque piensan que, de ser así, de no existir una naturaleza biológica humana, todo sería más fácil.

 

Esa no aceptación de la naturaleza biológica nos lleva a analizar los argumentos y errores de los «tablarrasistas», de los «creacionistas de cuello hacia arriba».

·         Muchos tablarrasistas opinan que aceptar cosas tan obvias como el componente genético de la inteligencia o las diferencias evolutivas entre los sexos promueven el racismo y el sexismo. No es de extrañar que reaccionen a la PsicoEvo con la furia de los teólogos. Pero se trata de preocupaciones sin base real. Caen sin darse cuenta en la extendidísima falacia naturalista: identificar “natural” con “bueno”. Muchísimas de las cosas que encontramos en la naturaleza no son ni buenas, ni morales, ni nos hacen felices. Hay muchos comportamientos humanos (como la violencia) que son naturales (es decir, que están en la naturaleza) porque fueron efectivos desde un punto de vista evolutivo para la supervivencia y el éxito reproductivo de nuestros antepasados, pero que no son buenos, en el sentido de que son contraproducentes para el tipo de sociedad en el que queremos vivir. Deshagámonos de la idea de que para tener los mismos derechos nuestros cerebros han de ser iguales. Está en nuestra mano poder seguir reduciendo la violencia, pero negar las fuerzas que la explican y que preceden a la cultura no traerá nada bueno.

·         Tratar de entender y explicar algo (en este caso la conducta humana) no equivale a justificar ese algo. La violencia es natural, pero no es buena. Los antibióticos no son naturales, pero son buenos. Si queremos solucionar problemas, es mejor tener un diagnóstico correcto. Dada la gravedad de, por ejemplo, las agresiones sexuales, tenemos que considerar todas las hipótesis. Si despreciamos las causas biológicas y solo usamos las culturales le estaremos haciendo un flaco favor a la seguridad de las mujeres y a la de las víctimas de agresiones en general.

·         A veces, los tablarrasistas argumentan así: «Pero, aunque la PsicoEvo no justifique la violencia, aceptarla implicaría aceptar que la agresión, los roles sexuales y la xenofobia no se pueden erradicar. Y ese es un mensaje terrible». Primero, aun suponiendo que la inevitabilidad de la violencia fuera cierta, ello no implicaría que la PsicoEvo fuera falsa. De nuevo: el pensamiento por deseos es un mal argumento. Segundo: no es verdad que la violencia, el sexismo y el racismo sean inevitables. La autodomesticación de la especie se lleva produciendo milenios, y se está haciendo cada vez más evidente el declive de la violencia de cualquier tipo en casi todo el mundo, siglo a siglo, década a década. Con altibajos y lentamente, sí; pero está teniendo lugar. Porque la agresión no es la única característica de la naturaleza humana: también contamos con el sentido de la moral, la empatía, el autocontrol… y con herramientas como la razón, el humanismo, los derechos humanos y las ciencias. Y en las circunstancias adecuadas, esos rasgos y nuestras instituciones vencen a nuestros rasgos violentos. Evolutivo no equivale a inevitable. Entender cómo llegamos a ser como somos no equivale a aceptar la inevitabilidad de las cosas. ¿Cómo las cambiamos? Acentuando lo positivo y atenuando lo negativo de nuestra naturaleza humana.

·         Otro error de los tablarrasistas es creer que aceptar la PsicoEvo implicaría aceptar el determinismo genético. Muchos confunden la modesta afirmación «los genes, la biología y la evolución influyen en nuestro carácter» con algo que ningún psicólogo evolucionista afirma: «los genes, la biología y la evolución son lo único que influye en nuestro carácter».

·         Suele achacársele también a la PsicoEvo que sus hipótesis no son falsables. No es cierto: por ejemplo, la explicación adaptacionista de Edward O. Wilson para la homosexualidad ya fue falsada. O la preferencia universal por la virginidad femenina, hipótesis de David Buss.

·         También le achacan que sus hipótesis son difíciles de probar y su escasez de descubrimientos empíricos. Respecto a que sus hipótesis sean difíciles de probar, es en parte cierto: las conductas no dejan demasiados fósiles. Pero algunos de los estudios más transculturales y con mayores tamaños muestrales de la Psicología se han llevado a cabo dentro del campo de la PsicoEvo. Respecto a los descubrimientos empíricos, pasamos a enumerar unos pocos en el siguiente apartado.


Algunos ejemplos de descubrimientos empíricos de la PsicoEvo y de la Biología Evolutiva Humana:

·         Preferencias universales por ciertos paisajes: aquellos que contengan agua, flores, frutos, color verde, árboles…

·         Estrategias de emparejamiento sexualmente dimórficas presentes en todo el reino animal (Teoría de la Inversión Parental de Robert Trivers).

·         Simetría (especialmente facial) como estándar universal de belleza para ambos sexos. Hipótesis: los organismos simétricos tienen menos patógenos.

·         Los vómitos durante el embarazo como adaptación contra los teratógenos.

·         Dos tipos de espermatozoide: el clásico y el kamikaze.

·         Efecto Coolidge mayor en hombres, pero presente también en mujeres.

·         Preferencia masculina por mujeres más jóvenes que ellos y preferencia femenina por hombres con recursos documentadas en 37 culturas.

·         Universalidad del Efecto Cenicienta.

·         Muy superior memoria de localización espacial en mujeres.

·         Teoría del Altruismo Recíproco.

·         Teoría del Conflicto Progenitores-Progenie.

 

¿Por qué importa la PsicoEvo? ¿Por qué todo esto importa?

Los propios psicólogos reconocen que, tras 100 años de investigación, la ciencia psicológica está llena de términos mal definidos, de ambigüedades, de falta de comunicación entre perspectivas… Necesitan una gran teoría unificadora. Y ahí es donde cobra sentido la Teoría Sintética Evolutiva: una teoría que se ha probado indispensable para analizar las conductas, motivaciones y preferencias de las otras 6.000 especies de mamíferos.

La opinión de cada vez más psicólogos (especialmente en las universidades anglosajonas) es que no puede existir una psicología no evolucionista porque el cerebro (que es el órgano de la conducta) evolucionó por selección natural. Eso no significa que la PsicoEvo sea la única respuesta a los problemas, sino que la evolución, además de un enfoque, ha de ser un marco general. Sin ella, la psicología quedará coja. Como quedaría coja una ingeniería sin física.

La hipótesis de solo cultura, la tablarrasista, nos pide que creamos (por ejemplo) no solamente que la evolución, por razones desconocidas, eliminó inicialmente en humanos las diferencias promedio entre sexos que sí existen en otros animales, sino que, posteriormente, el aprendizaje y la socialización reprodujeron exactamente esas mismas diferencias en todas las culturas humanas conocidas.

Yo pienso que, si se quiere descubrir la realidad del mundo, uno tiene que ser capaz de dejar de lado sus simpatías y antipatías. Siempre es mejor tener el mapa correcto: es más fácil salir de París con un mapa de París que con uno de Londres. Con un mal diagnóstico es más difícil encontrar la cura.

La PsicoEvo, y de ahí su importancia, explica mucho de lo que está mal en el mundo: somos simios tratando de ser felices en un universo indiferente a nuestro sufrimiento. Somos simios sometidos a un proceso (la evolución por selección natural) sin corazón, despiadado. Somos simios tratando de resolver problemas del siglo XXI con un cerebro de la Edad de Piedra. Las emociones negativas (la ira, el odio, los celos, la envidia, el nepotismo) evolucionaron para la supervivencia y para el éxito reproductivo de nuestros genes, no para nuestra felicidad.

Cuanto más entendamos sobre las fuerzas que nos dieron forma, más control tendremos sobre nuestras emociones y nuestra conducta. Y cuanto antes nos atrevamos a estudiarlas con valentía, mejor.


BIBLIOGRAFÍA:

https://www.goodreads.com/book/show/917192.Evolutionary_Psychology

https://www.goodreads.com/book/show/38651604-the-ape-that-understood-the-universe

https://www.goodreads.com/book/show/31170723-behave

https://www.goodreads.com/book/show/53138024-t

https://www.goodreads.com/book/show/5752.The_Blank_Slate

https://www.goodreads.com/book/show/35696171-enlightenment-now

https://www.goodreads.com/book/show/61535.The_Selfish_Gene

https://www.goodreads.com/book/show/58642436-the-status-game

https://www.goodreads.com/book/show/58154664-emotional

https://www.goodreads.com/book/show/51710349-the-weirdest-people-in-the-world

https://www.goodreads.com/book/show/10639.The_Paradox_of_Choice

https://twitter.com/i/lists/1350415721008922624


viernes, 28 de septiembre de 2012

TE LEO


Ya se ha publicado en España ‘¿Dónde está Dios, papá? Las respuestas de un padre ateo’. En Latinoamérica, será en diciembre. Y este es su enlace a Amazon: amazon.com/Donde-esta-Dios-Spanish-Indicios/dp/8493795488

Me están llegando las primeras reacciones de lectores: algunas hacen que me emocione. Que encuentre su sentido todo el esfuerzo que el libro lleva dentro.
Pero son sensaciones que ya conocía gracias a este blog en el que, a pesar de todo el cariño que le tengo, hoy escribiré la última entrada. ¿El motivo? Creo que ya he escrito todo lo que tenía que escribir sobre ateísmo. Otros temas, otros libros, llaman a la puerta de mi cabeza.
En cualquier caso, durante los próximos meses todavía podremos encontrarnos en la página www.facebook.com/dondeestadiospapa. En ella, seguiré publicando entradas relacionadas con el libro: textos cortos, citas, fotos... de algunas de las leyendas, anécdotas, dioses, dogmas, personajes... que aparecen en ¿Dónde está Dios papá?

Para despedirme de este blog he elegido un artículo que me cautivó. Lo publicó en prensa, hace ya algún tiempo, Miguel Gay, escritor y periodista. Describe, mucho mejor de lo que yo podría hacer, esas sensaciones de las que les hablaba antes. El artículo se titulaba: «Te leo»...

«Te leo. Lo dice en un presente con sello de continuidad. Y uno lo agradece con cierto rubor, pero de forma sincera, más allá de lo que exigiría la educación; porque, al fin y al cabo –y aunque hay quien lo hace para sí mismo–, uno escribe para que le lean.
            Pero escribir exige, compromete. Impone respeto saber que hay quien se va a acercar a ti para decirte: «te leo». Nada más... y nada menos. Con toda la carga con la que se envuelven dos palabras. Lectores que te identifican, que te ponen cara, que te ubican en una firma. Y junto a esos, a su vera, miles de personas se acercan sin conocerte, sin saber de ti, con la curiosidad de adentrarse en los textos, en los relatos, en las reflexiones. La escritura es una manera de ofrecerse; la lectura, una forma de compartir. Uno despega en su ámbito, se refugia en su territorio, allá donde se encuentra cómodo, en la soledad de las teclas de su ordenador, aislado de casi todo; y va desgranando su mensaje, su idea, su pensamiento. Con la parsimonia de quien va dando forma a la idea o con la rapidez de aquel a quien las razones le brotan a borbotones. Y aquello va adquiriendo relieve en la pantalla. Hasta que se ve cerrado, completo, entero.
            Y entonces aquella historia da el salto y pasa al inmenso escaparate del lector, de su atención y su juicio; a la reflexión ajena, al cruce de ideas, a la confluencia o a la lucha de tesis. En donde se entremezclan la seguridad, el vértigo y la responsabilidad. En donde uno se expone al impresionante juicio del «te leo». Un proceso del que, por mucho que se repita, uno no puede huir. Al que se enfrenta cada día con el reto –y la responsabilidad– de ofrecer algo que concite interés. Porque, al fin y al cabo, uno escribe para que le lean».

¡Gracias!

sábado, 15 de septiembre de 2012

ÍNDICE DE '¿DÓNDE ESTÁ DIOS, PAPÁ?'


Estos últimos meses he disfrutado mucho escribiendo en este blog.
Me he sentido más libre que cuando trabajaba en ‘¿Dónde está Dios, papá?’ ya que, en el libro, al estar pensando en mis hijos, me esforzaba obsesivamente por pulir mis palabras de cuanta más subjetividad mejor. (Me gustaría que sus opiniones sobre cualquier asunto, en la medida de lo posible, no se vieran demasiado determinadas por las mías).
           
Sin embargo, el blog sí me sometía a otra restricción: tratar de no repetir ninguna cita, ninguna trama, ningún argumento, de los usados en el libro.
            Hoy, voy a liberarme de esa atadura que yo mismo me impuse. Hoy, reproduzco para ustedes el índice completo de ‘¿Dónde está Dios, papá?
¿Por qué lo hago? Porque quiero presentarles el libro. Porque el título de cada uno de los 24 capítulos es una pregunta. Y porque siempre he pensado que, en muchas ocasiones, como ocurre en este caso, las preguntas dicen tanto como las respuestas.


El porqué de este libro ............................................................................ 15

PARTE I
SOBRE DIOSES

1 ¿Dónde está Dios, papá? ..................................................................... 21
2 ¿Para qué imaginar dioses? ................................................................ 25
3 ¿Por qué la gente sigue creyendo en dioses? ................................ 31
4 ¿Quiénes fueron los primeros en creer en dioses? ........................ 37
5 ¿Puedes probar que Dios no existe? ................................................ 41


PARTE II
SOBRE EL MUNDO Y SUS CRIATURAS

6 ¿Quién creó el mundo, entonces? ..................................................... 49
7 ¿Qué es la teoría de la evolución? .................................................... 55


PARTE III
SOBRE LAS ALMAS Y SUS VIAJES

8 ¿Qué es el alma? .................................................................................... 65
9 ¿Existe el cielo? .................................................................................... 71
10 ¿Existe el infierno? ............................................................................ 77


PARTE IV
SOBRE REZOS Y MILAGROS

11 ¿Qué es rezar? ...................................................................................... 85
12 ¿Qué son los milagros? ..................................................................... 89


PARTE V
SOBRE RELIGIONES

13 ¿Qué son las religiones? ................................................................. 97
14 ¿Qué nos dicen las religiones? ................................................... 103
15 ¿Qué nos dan las religiones? ....................................................... 107
16 ¿Cuántas religiones hay? .............................................................. 113


PARTE VI
SOBRE AGNÓSTICOS Y ATEOS

17 ¿Qué es ser agnóstico? .................................................................. 121
18 ¿Qué es ser ateo? ............................................................................. 125
19 ¿Es el ateísmo otra religión? ........................................................ 133


PARTE VII
SOBRE EL RESPETO

20 ¿Qué significa respetar? ................................................................ 141


PARTE VIII
SOBRE LOS BUENOS Y LOS FELICES

21 ¿Se puede ser bueno sin creer en dioses? ................................. 153
22 ¿Se puede ser feliz sin creer en dioses? ..................................... 159


PARTE IX
SOBRE OTRAS COSAS

23 ¿Qué es el libre albedrío? .............................................................. 169
24 ¿Por qué han salido tan pocas mujeres en este libro? ............ 175


Epílogo. Dejemos la luz encendida ................................................... 181

Bibliografía ............................................................................................ 187


Las próximas semanas van a ser especiales. Este libro lleva dentro mucho cariño, mucho trabajo, muchísimas dudas sobre la mejor forma de decirles a mis hijos y a los lectores lo que quería decirles.
            Pues bien: llegó el momento de saber si todo ese esfuerzo mereció la pena. El libro, desde hace unos  días, se puede descargar en formato digital desde www.amabook.com  En formato papel, es cuestión de horas que llegue a las librerías españolas (a las de Latinoamérica, lo hará a lo largo de diciembre). Y ya se puede adquirir en Amazon, tanto en formato digital como en papel: amazon.com/Donde-esta-Dios-Spanish-Indicios/dp/8493795488
            Espero, de corazón, que les guste.


Nos vemos por aquí dentro de dos fines de semana, si les parece bien.
             

viernes, 31 de agosto de 2012

SOBRE DIOSES Y HADAS MADRINAS


No tengo mucha vida social.
Definirme como tipo solitario sería exagerado, pero me aproximo bastante al perfil. Para estar bien, necesito muchos momentos de soledad.

Pero este verano acompañé a mi familia a la invitación de unos amigos.
Estábamos de pie, en el salón de su apartamento. Entre las piernas de los adultos pasaba la niña de la casa, de unos cinco o seis años, y a cada persona que le prestaba atención le contaba lo mismo: «soy un hada madrina». Iba disfrazada de ello. Con su varita mágica y todo.
Por supuesto, todos teníamos para ella unas palabras agradables, del tipo: «¡pero qué hada madrina tan guapa!»

Qué grandísimo cretino hubiese sido aquel de entre nosotros que le hubiese dicho: «No, no eres un hada madrina, eres una niña jugando. Tu varita mágica no hace ningún efecto. Y la ropa es sólo un disfraz; nada más. Puedes pronunciar todas las palabras mágicas que quieras, pero no conseguirás nada. Eres tan sólo una niña. Además, las hadas madrinas no existen».

¿Por qué les hablo de esa situación social corriente? Y, sobre todo, ¿por qué les cuento mi divagar sobre lo que alguien podría haberle dicho a la niña, ante el asombro de todos, algo que, afortunadamente, no sucedió?
Pues porque algunos quieren hacernos creer que el silencio que se nos pide a los ateos es como ése que todos guardamos cuando una niña nos dice que es un hada madrina, o cuando un niño nos dice que es un coche, con los brazos agarrando un volante imaginario, brom, brom, brom... «¡Qué ganas de decirle a la gente que su dios no existe!, ¡Que cada uno crea lo que quiera! ¡Dejen en paz!». Son comentarios que he tenido que leer o escuchar al menos una decena de ocasiones, últimamente. Y se trataría de comentarios razonables, si en nuestros países el laicismo se respetara.
Si las creencias religiosas formaran parte de la esfera privada de cada uno, si esas creencias se quedaran en las reuniones des sus fieles, en sus iglesias, en sus congregaciones... yo estaría de acuerdo con ese comentario: ¡que cada uno crea lo que quiera!

Y si, ante una desgracia familiar, alguien me dice: «lo único que me tranquiliza es saber que mi marido, mi madre, mi hija... está con Dios», yo no seré tan desalmado como para contestarle a esa persona: «no, no eres un coche»; «no, no eres un hada madrina»; «no, tu dios no existe».
Los dioses juegan ese papel de servir de consuelo, de alivio, para mucha gente. Y creo que así ha de seguir siendo. Que las personas puedan acudir a sus iglesias, a sus mezquitas, a sus sinagogas... en busca de sus consuelos.

Pero el asunto no es tan sencillo. Las hadas madrinas y los coches imaginarios no tienen ningún peligro. ¿Para qué decirles a esos niños la verdad? ¿Qué sacaríamos fastidiándoles sus juegos, bombardeando su maravillosa capacidad de imaginar?
Por el contrario, las creencias religiosas, ésas que constantemente se salen de la esfera privada para invadirnos a todos, sí tienen peligro. El  gran problema con las religiones es que acaparan espacios que van mucho más allá de los consuelos metafísicos...

El Islam no sólo ofrece alivio espiritual en las mezquitas, sino que los imanes pretenden imponer a las mujeres sumisiones que en Occidente ha costado mucho superar. Las mujeres en Arabia Saudí no pueden conducir. Son varios los lugares del mundo dominados por integristas en los que las niñas tienen prohibido ir al colegio. Y no olvidemos que la gran aspiración de muchos musulmanes es extender sus dogmas por el mundo.

Los jerarcas del catolicismo escudan a violadores de niños. Sí, ya sé que queda menos ofensivo llamarlos pedófilos, pero, en este caso, no me apetece suavizar mi tono. Se trata de violadores. Y los protegen. Los envían a monasterios apartados, en un intento de que el mundo se olvide de ellos. Les castigan sin postre, pobrecitos pecadores. Les amparan, les libran de la cárcel, con el pueril argumento de que ya se las apañarán con Dios.
Muy útil, eso de compartir padre imaginario con gente poderosa. Y no me sirve que, para defender su institución, los católicos de buena fe me digan que se trata de casos excepcionales, que la mayoría de sacerdotes católicos no hacen esas barbaridades. No se trata de eso. Se trata de que los que lo hayan hecho, pocos o muchos, tengan que vérselas con un juez. Uno real.

Nuestros concejales, ministros, presidentes de gobierno, jueces, juran su cargo sobre la Biblia y ante un crucifijo. De acuerdo, comparado con los dos puntos anteriores, éste parece menos grave. Pero, muchas veces, ¡los simbolismos son tan importantes!
Señores creyentes, ¿qué pensarían si, a pesar de ser evidente para ustedes que los superhéroes son fruto de la imaginación humana, la mayoría de la población creyera en ellos y vieran ustedes jurar a sus dirigentes sobre un cómic y ante un frasco de criptonita?... «¿Estamos todos locos o qué sucede?», se dirían. «Que guarden sus creencias para sus reuniones privadas de admiradores, por favor».

En definitiva, ¿por qué no dejar que cada cual crea lo que quiera sin más?
            Pues porque de creencias irracionales sin aparente peligro es de donde, por extensión, acaban naciendo los fanatismos insensatos.
            Y porque las instituciones religiosas tienden a crear y a querer imponer  sus propias reglas de juego, al margen de las reglas civiles.

Así que: sí, que cada cual crea lo que quiera, pero en su iglesia.



Si les parece bien, nos vemos en este blog, dentro de dos fines de semana.
            Entretanto, les invito a que sigamos encontrándonos en la página en Facebook de ¿Dónde está Dios, papá?


 

viernes, 20 de julio de 2012

2 RAZONES POR LAS QUE SOY ATEO


¿Y por qué únicamente dos? Porque no hay motivo para complicar aquello que se puede explicar de forma sencilla.

Primera razón.

La facilidad con la que distingo como mitos las religiones y los dioses de otros lugares, de otras gentes, de otras épocas.


Segunda razón.

La facilidad con la que –una vez catalogadas como leyendas las creencias religiosas de otros lugares y otras épocas– me doy cuenta de que la religión de mi infancia es una más entre esas leyendas.

Si tuviera que aceptar como cierto lo que tantas veces me contaron siendo niño, tendría que creer, entre otras cosas:
Que en algún lugar del espacio (la diosfera, llamábamos a ese lugar en un artículo anterior) existe un ente inmaterial que se considera mi padre y creador. 
Que puedo comunicarme telepáticamente con él mediante la oración.
Que por culpa de una mujer que no hizo caso a una serpiente parlanchina cuando ésta le avisó de que no debía buscar el conocimiento, yo nací con una maldición, mancha, pecado.
Que ya no tengo esa mancha porque un sacerdote, siendo yo bebé, pronunció un conjuro mágico al mismo tiempo que vertía agua sobre mi cabeza.
Que sin esa ceremonia, yo no hubiese podido entrar al club privado que ese padre tiene reservado a sus seguidores para cuando mueran.
Que, una vez cumplido ese requisito líquido fundamental, yo podré entrar a su club siempre y cuando crea en él, le venere, le adore y le ame sobre todas las cosas... A él, a su hijo y a una paloma, que en realidad son la misma cosa, ya que no son tres, sino uno.

Tras releer el listado anterior, vuelve a asaltarme la gran duda que empezó a perseguirme mientras escribía '¿Dónde está Dios, papá?' y que ha seguido persiguiéndome en cada artículo de este blog...
          ¿Cómo puede seguir tanta gente adulta, aún hoy, creyendo ciertas cosas? ¿Cómo puede ser que la mayor parte de la población mundial tome como ciertas leyendas que, a todas luces, no son sino eso, leyendas?
       Sé que el miedo a la muerte, para muchos, es más fuerte que cualquier posible razonamiento.
Entiendo también que, sea cual sea la religión en cuestión, el adoctrinamiento que se sufre en la infancia suele ser intensivo y despiadado.
Y sin embargo, no consigo dejar de hacerme la misma pregunta: ¿cómo puede ser?
        Les animo, queridos lectores, a que en sus comentarios traten de darme alguna clave más para que consiga comprender ése que para mí es un enorme misterio: ¿cómo puede ser?


Si les parece bien, volveremos a vernos por aquí, en este blog, el primer fin de semana de septiembre.
            Entretanto, les invito a que sigamos encontrándonos durante el verano en la página en Facebook de ¿Dónde está Dios, papá?


En ella, estoy publicando diariamente una breve entrada relacionada con el libro: textos cortos, citas, vídeos, fotos... de algunos de los lugares, ciudades, leyendas, anécdotas, dioses, personajes, filósofos... que aparecen en ¿Dónde está Dios, papá?
¡LES ESPERO!
 

viernes, 6 de julio de 2012

5 INCONVENIENTES DE LAS RELIGIONES


Dice el filósofo Fernando Savater que «las religiones son como el vino: hay gente a la que le sienta bien y gente a la que le sienta mal. Hay personas que, con dos copas, se vuelven locuaces, abiertas y desinhibidas. Otros, con la misma cantidad, se vuelven brutos y groseros. Con la religión hay gente que mejora, pero para otros [...]».

Lo que importa son las acciones, más que las creencias. Infinitamente más.
Así que, si Savater tiene razón, si gracias a la religión algunas personas mejoran y realizan grandes acciones, bienvenidas sean.
Aunque creo que, por lo general, no es así. Creo que, sencillamente, muchas personas son buenas, pero no gracias a su religión. Que si llevan a cabo buenas acciones es por su naturaleza generosa, y no gracias al buen efecto de los dogmas. Que esas mismas personas, si no tuviesen creencias místicas, estarían dando también parte de su tiempo y energía a los demás a través de organizaciones laicas en lugar de religiosas.
Pero se trata sólo de una opinión, de mi opinión, de conjeturas.

Sin embargo, en lo que respecta a los efectos dañinos de las religiones, sí que podemos abandonar el terreno movedizo de las corazonadas y pasar al de los hechos.
Habitualmente, las religiones:

1) Promueven el sometimiento de las mujeres.
Cualquiera que esté al tanto del mundo en el que vive sabe lo que opinan imanes musulmanes, judíos ultraortodoxos y jerarcas de cualquiera de las ramas del cristianismo sobre la igualdad de derechos. En los países occidentales, las religiones siguen siendo un obstáculo en ese aspecto. Y en los estados teocráticos la religión es, directamente, el yugo que humilla e intimida a las mujeres.

2) Incitan al odio.
Odio a quien profesa otra religión. Odio también al diferente, al que se sale de lo corriente en cualquier aspecto, como la orientación sexual. Y al que quiere pensar por sí mismo, al que quiere creer en algo sólo después de haber reflexionado sobre ello.
            Las religiones están o han estado tras algunos de los hechos más indignos de la historia. Guerras santas. Mutilación de genitales. Quema de brujas y herejes. Apedreamiento de adúlteras. Fatwas. Ocultación de criminales en la creencia de que las leyes divinas están por encima de las humanas...

3) Inculcan supersticiones en los más jóvenes.
Lo cual hace que, una vez adultos, les resulte difícil librarse de ellas. Las religiones tienen predilección por los cerebros en desarrollo. Con motivo. ¿Cómo, si no, una mente adulta racional iba a creer, por ejemplo, que una parte inmaterial se desprenderá del cuerpo tras la muerte para emprender vuelo y seguir viva en otro organismo o en algún punto de la “diosfera”?
            Una vez se ha conseguido que un niño crea en la existencia de un paraíso, ya sólo queda un paso hasta hacerle creer que, para conseguir ese gran premio final, hay que emprender tal o tal acción, como matar infieles.
            ¿Por qué otra razón son negativas las supersticiones? Porque dificultan el avance de las ciencias. Porque animan a las personas, desde la infancia, a conformarse con explicaciones infundadas que no explican nada en lugar de, en base a los indicios observados, formular hipótesis y buscar las pruebas que confirmen o refuten esas hipótesis.

4) Mezclan y confunden cosas que realmente sabemos con simples creencias.
            Cuando no sabíamos nada, las religiones, con sus dioses, servían de respuestas para todo. Amanece porque el dios sol ha despertado. El volcán ya no escupe lava porque los dioses ya no están enfadados. Llueve porque hemos sacrificado una mujer virgen. Los pájaros tienen alas porque Dios se las dio para que volaran. Se ha curado porque hemos rezado. Grita porque está poseído por el demonio.
            Las religiones son los primeros intentos humanos de astronomía. De vulcanología. De meteorología. De zoología. De medicina. De psiquiatría... Ahora bien, son falsos (algo disculpable, por el hecho de haber sido los primeros). Hoy en día, muchas creencias han desaparecido para dar paso a explicaciones reales. Los antipsicóticos son hijos de las ciencias. Y las previsiones de tiempo. Y los aviones. Y las vacunas. Y las ecografías, que revelan casi sin margen de error el sexo del futuro bebé (también puede uno pedir a su dios que se lo revele, pero entonces la probabilidad de acierto se quedará tan sólo en un cincuenta por ciento).
Las religiones siguen siendo un obstáculo para que encontremos respuestas a las muchas preguntas que quedan por contestar. Y me parece profundamente erróneo alentar cualquier cosa que torpedee el avance del saber. Mientras las religiones sigan mezclando dogmas con conocimientos (templos con escuelas), seguiremos viendo gente anquilosada en aquellos primeros intentos primitivos de explicar el mundo y que nos animan a orar, a peregrinar, a hacer sacrificios rituales, a realizar ofrendas, como si alguna de esas cosas solucionara problemas.
Porque, aunque se diga que la fe mueve montañas, la ingeniería ha demostrado hacerlo mucho mejor.

5) Son una dificultad añadida para que las vidas de muchas personas mejoren.
En las listas de países con menores tasas de mortalidad infantil, de criminalidad, de analfabetismo; con menores desigualdades entre zonas urbanas y rurales; con menores diferencias entre los más ricos y los más pobres; con menores índices de desnutrición; con más alta esperanza de vida; con más años de escolarización; con mayor respeto de las libertades individuales, incluida la religiosa; con mejor acceso a la sanidad... siempre aparecen los mismos: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Japón, Corea del Sur, Holanda, Francia, Alemania y los países escandinavos.
Son también esos mismos países los que ocupan los primeros puestos en el ranking de países donde menos población cree en dioses.
            La sensatez nos dice que sería raro que un índice de correlación tan alto fuera fruto de la casualidad. Las religiones seguramente nos dirían que, para ayudar a los más desfavorecidos, hemos de seguir rezando.

Nos vemos por aquí, si les parece bien, dentro de dos fines de semana.